Se trata de una sencilla palabra cargada de sentido, que conecta perfectamente con el carisma agustino recoleto, invitándonos a vivir el Evangelio en comunidad y a desarrollar nuestra misión potenciando lo que más no une: “una sola alma y un solo corazón dirigidos hacia Dios”.
!Señor, Dios nuestro,
qué admirable es tu nombre en toda la tierra!
¿qué es el hombre para que te acuerdes de él,
el ser humano para que cuides de él?
lo hiciste apenas inferior a un Dios,
coronándolo de gloria y esplendor;
le diste poder sobre las obras de tus manos,
todo lo pusiste bajo sus pies:
rebaños y ganados, todos juntos,
y aún las bestias salvajes;
los pájaros del cielo, los peces del mar,
y todo cuanto surca las sendas de los mares.
(Salmo 8).